domingo, diciembre 19, 2010

Heidegger: Nazismo y Política del Ser (VI)



La crítica de Georges Bataille


Por Nicolás González Varela


“Porque la Totalidad de nuestra Realidad alemana (deutsche Wirklichkeit)

ha sido trastocada por el Estado nacional-socialista (nationalsozialistischen Staat),

con el resultado de que toda nuestra Comprensión (Vorstellen)

y Pensamiento (Denken) deben también transmutarse.”

Martin Heidegger

(Conferencia “Nationalsozialistiche Wissensschulung”, 22 de Enero de 1934)


Las repercusiones sobre la relación entre Heidegger y el NS-Staat no se detuvieron en la inquisitoria de los pensadores alemanes de la época. En Francia, ya en el año 1936, en la revista Nouvelle Revue Theologique se publicaba una recensión literaria sobre las tendencias filosóficas en la Alemania de Hitler con la firma del teólogo belga Henri Thielemans. En ella se exponía los elementos comunes entre la filosofía existencial de Heidegger y lo que el autor llama sorprendentemente y sin cortapisas como la Métaphysique du Nazisme[1]; no por casualidad Sein und Zeit llamaba la atención desde un órgano del pensamiento católico por su extraña amalgama de Teología cristiana y Realismo heroico völkische. Heidegger realizaría una vía paralela, hiperpolítica, del viejo recorrido trascendental de la Metafísica tradicional de Occidente, a pesar de presentarse como su crítica y superación. También en 1938 el filósofo Jean Wahl, que luego en su condición de judío pasaría por los campos de la muerte, abría su course de Filosofía, justamente comentando la conferencia de Heidegger Einleitung in die Philosophie de 1929 (conferencia en la cual estuvo presente el propio Wahl), expresando su indignación por la función pública en el IIIº Reich y su uso de la jerga existencial para imponer el autoritario FührerPrinzip en la Universidad de Freiburg. Wahl señala que dicha función política pública en el SS-Staat en apariencia corrompía su propia llamada a un inner Führerschaft (Liderazgo interior) tal como se planteaba a través de su concepto de Sein-zum-Tode, “Ser-hacia-la-Muerte”.[2] Wahl también creía que la analítica existencial de Heidegger, la Daseinanalytik, permitiría por fin una adecuada “concretización” de la vacía Filosofía occidental. No resulta excesivo pensar que esta extrema sensibilidad política con respecto a Heidegger y su compromiso con el Nacionalsocialismo (y sus implicaciones ex retro en Sein und Zeit) era una common currency en el grupo intelectual reunido en torno al historiador de las ciencias Alexandre Koyré y su influyente revista Recherches Philosophiques.[3] El grupo había sido el primero en leer y traducir a Heidegger en Francia, y, sintomáticamente, después de 1945 serían los pensadores e intelectuales franceses más críticos en su aproximación a su obra, en contraste con el nuevo fanatismo de la primera camada de heideggériannes parisinos. Es entendible la enorme decepción de Wahl: en un artículo de 1932 había sostenido que Heidegger era el auténtico continuador de… Kierkegaard.[4]

Quizá la reflexión más importante en la década de 1930’s en Francia fuera la de un dubitativo nietzscheano de izquierda como el ensayista Georges Bataille. Bataille impresiona. El personaje es casi mítico, un poco al estilo Emil Cioran. Casi un santón o un maestro zen. Aquí la vida es tan importante como la obra, o incluso la supera como determinante. ¿La vida enuncia y enmarca la obra? Su literatura monumental e inconclusa, su pensamiento lacerado por un pecado capital: demasiado rico, excesivamente complejo, ontológicamente antiacadémico. Fue sucesivamente seminarista, bibliotecario, especialista en medallas, pornógrafo anónimo, poeta, comunista ortodoxo, disidente rouge, místico, putañero, ateo, amoral, filósofo pesimista, psicólogo, surrealista crítico, tuberculoso, economista. Sus experiencias axiomáticas generaron una filosofía especial. A la dimensión escandalosa de su vida personal se le solapan una docena de obras libertinas, explosivas, compuestas de ficciones y reflexiones teóricas, búsquedas truncas, investigaciones fragmentadas sin salida. El intento de abordaje de los dominios interdisciplinarios más temerarios (y opuestos) quiebran la organización de la ciencia burguesa académica en su formato normalien francés: filosofía als antropología, poesía als economía, economía als psicología, religión als pornografía. Su trabajo táctico es erosionador: se derriban todos los departamentos estancos, los "especialismos", sean ciencias o géneros literarios. Su pensamiento a veces es indistinto de este élan vital, y es lo que lo hace radical, soberano. El verdadero pensamiento es la "experiencia interior", irremediable via regia al un “no-saber” casi socrático, pues siempre su objeto se disuelve en la nada como la vida misma. El verdadero territorio de caza de Bataille es una No Man's Land y sus presas son la Muerte, el Poder, el Sexo: el punto arquitectónico de las pulsiones humanas, el índice de ebullición del sujeto y el mundo. La vida así disecada es un cortocircuito inevitable entre ganancia y pérdida, un péndulo azaroso entre acumulación y destrucción, una lucha nunca cancelada entre cálculo y derroche, una parodia del combate eterno entre el Bien y el Mal. En esta Para-filosofía de la Historia, donde una Humanidad siempre ruin doblega a la Humanidad débilmente altruista, se resuelve muy mal la cuestión moral par excellence, que para Bataille es una cuestión de horario: ¿qué tengo que hacer, aquí y ahora? Sobre esta Dialéctica bloqueada, contradicción irresoluble entre un ahora como fin absoluto y un futuro como meta de un después, jamás podrá realizarse una reconciliación, ni siquiera en la ideología. La Historia será siempre tragedia, porque la radicalidad es siempre negativa. Transgresión y exceso, el motor inmóvil de lo humano, substraen el devenir de toda posibilidad de sintesis y equilibrio.[5] La crítica bataillenne a la Filosofía de Heidegger, aunque no fue publicada y quedó en su Nachlass privado, era parte de un proyecto de libro inconcluso[6], en esos manuscritos y esbozos llamaba directamente (y creo que por primera vez un pensador europeo) a Martin Heidegger “Filósofo del Fascismo”: Philosophe du Fascism.[7] El manuscrito se titula Critique de Heidegger (Critique au philosophie du fascisme), pareciera haber sido pensado como apéndice a otro texto principal, pero no queda clara su pertenencia para los especialistas. Bataille no es un pensador cualquiera para realizar una crítica a la Daseinanalytik, ya que en una rizo temporal extraño, el mismo Heidegger lo calificará en la posguerra como la meilleure tête pensante française, la mejor cabeza pensante francesa.[8] En algún punto entre los años 1934 y 1937 Georges Bataille realiza un esfuerzo crítico por “evadirse” del embrujo filosófico-político de la Daseinanalytik de Heidegger, ir más allá de la Antropología filosófica reaccionaria implícita en el núcleo de su Teología política. La fenomenología heideggeriana para Bataille reduce al Dasein a una ordenada y autoritaria equivalencia con la desolación de la vida burguesa, y esta característica es la que hace a Heidegger ser el pensador más representativo del Fascisme europeo. Es interesante porque el mismo Bataille fue un pensador ambivalente y fascinado con la deriva del Fascismo en Europa, controversia en la cual no vamos a entrar aquí, pero es un problema de enorme significado ya que la “equivocación” política de Bataille (su paradójico Antifascisme fasciste) con respecto al Fascismo durante la década de los 1930’s, necesariamente “colorea” su propio análisis crítico de Heidegger y su compromiso nacionalsocialista.[9] Para Bataille, Heidegger es un pensador pasional y obscurissime, que fue conducido al gravísimo error de adherirse al Nacionalsocialismo por su febril y ciego entusiasmo por el Saber. Pero la fascinación, la seducción por lo irracional en el Fascisme es un dato positivo para Bataille: la democracia liberal es identificada sin más con la negativa Homogeneidad (como eliminación por medio de la répression de la diferencia y la tensión psíquica en la sociedad civil), mientras se llega a señalar que “la acción facista, hetérogenea, pertenece al conjunto de las formas superiores”. La destrucción del Être por la democracia burguesa abre una serie de problemas, el primero de los cuales es el conflicto entre Soberanía y Homogeneidad, y con ello la imposibilidad en la Modernidad atea, ya sin aura, ya que bloquea todo acceso a la trascendencia que permite al Ser la Hetereogeneidad. Dentro de esta verdadera Filosofía de la Historia bataillainne, esta Ontología antipositivista, indeterminista y antilustrada, que describe una decadencia sin pausa de todo Occidente, es donde se ubica su determinación de Heidegger como paradigma del “Filósofo del Fascismo”. En cuanto a la relación entre el Être y lo individual, Bataille ataca las supuestas bondades liberales de la “Suficiencia” y la “Consistencia” como limitaciones insostenibles en la vida cotidiana y en la existencia, acercándose de alguna manera inconscientemente al componente ontológico del Realismo heroico, típico de la ideología fascista: “en la base de la vida humana, existe un Principio de Insuficiencia (Un principe d'insuffisance). Aisladamente, cada hombre se imagina a la mayoría de los demás como incapaces e indignos de ‘ser’. En cualquier conversación libre, murmuradora, vuelve a aparecer como un tema divertido, la conciencia de la vanidad o el vacío de nuestros semejantes: una conversación aparentemente estancada trasluce la huida ciega e impotente de toda vida hacia una culminación indefinible. La suficiencia de cada ser es refutada sin tregua por cada uno de los otros.”[10] La democracia también pretende imponer una falsa “Consistencia” (Consistance). Por lo que Bataille de igual manera declara que el Être “es tan incierto en el Mundo que puedo proyectarlo donde quiera, fuera de mí. Quien encierra al Ser dentro del Yo, es un hombre inhábil, todavía incapza de desbaratar las intrigas de la Naturaleza. El Ser, en efecto, no se halla en NINGUNA PARTE”. Es imposible como pretende la democracia liberal homogeneizante “fijar la Existencia en un ipse cualquiera.” Ontológicamente el Être no puede encerrarse, como pretende, en algún tipo de “ipseidad”[11], en un ilusorio le Moi, en algún tipo de consistencia de mismidad, por lo que el Capitalismo (y, por supuesto, la forma comunista-burocrática de la URSS)[12] nunca podrá “reconocer” la estructura laberíntica esencial y auténtica del Être humano. En primer lugar Bataille procede en su crítica (que por otro lado confunde nivel ontológico con social) utilizando el concepto de puro ego tal como lo plantea Husserl, colocandolo entre los seres y el Mundo, el Être, por lo que disuelve dos componentes filosóficos heideggerianos: modifica y transforma el Dasein en le moi, “el Yo, mi ego”[13]; le moi es distinto del Mundo, absolutamente singular, sin forma e indiferente por los procesos de determinación. Le moi es el origen, el sustrato de la intención y como tal demuestra a cada instante a mi específico Ser su insuficiencia, su cortocircuito en y del Mundo. Su ataque a la idea de un un principe d'insuffisance en la existencia apunta a la afirmación de Heidegger, en Wesen den Grundes, en el sentido que, debido al Dasein, el Sein se manifiesta siempre como una Totalidad. La critica antisubjetivista y antisolipsista de la suffisance presupone que Bataille está pensando la constitución del ego, de la conciencia, como un rechazo a esa carencia de Unidad, a ese vacío de Totalidad. Le moi es un Dasein negativo que se forma de manera geológica por añoranza y angustia hacia una carencia de Totalité en la democracia homogeneizante.

Bataille en segundo lugar considera, amplificando la primera crítica a Heidegger, el Mundo (Welt)[14] como un singular más y ya no lo piensa, tal como aparece en Sein und Zeit, centrado en torno al Dasein, como un das Seiende im Ganzen. Recordemos que para Heidegger el Dasein y el llamado In-der-Welt-sein, son practicamente sinónimos, incluso el adjetivo mundanamente (weltlich), o el sustantivo neutro Mundanidad (Weltlichkeit), pueden ser aplicados única y exclusivamente al Dasein ; no existen para Heidegger entidades no-humanas, no-existenciales de las que pueda decirse, desde el punto de vista de su radical Fundamentalontologie, que se encuentran en y dentro del Mundo, innerhalb der Welt.[15] Bataille toca un punto delicado de la existenzialen Analytik des Daseins ya que, en realidad, como muchos heideggerianos reconocen, nunca ha quedado claro los límites esenciales entre el Dasein y el Mundo dentro de la analítica heideggeriana. En Sein und Zeit es muy confuso si el Mundo específicamente rodea a este Dasein y, en cierto sentido, si él pertenece al mismo, o en si lugar del Mundo simplemente son su espacialidad las formas del dominio óntico en el que el Dasein se encuentra: Heidegger no logra distinguir la distancia óntica (que cambia constantemente) de la dis-tancia ontológica (que no cambia). Así la dis-tancia se confunde con la distancia cambiante de cosas específicas desde un Dasein individual.[16] Bataille ilumina esta aporia, remarcando en el texto el auténtico contraste entre el Welt, el Mundo, con el ego y el fracaso mutuo para satisfacer las demandas uno del otro y viceversa (intención versus determinación, insuficiencia/inconsistencia/deseo versus homogeneidad): “de la profundidad de este desorden…respondiendo a la exigencia de la (vida) actividad material de estas conciencias… (surge) el carácter ilusorio de todos los sistemas…”[17] A los ojos de Bataille, Heidegger continúa siendo demasiado (neo) kantiano en su idea del Dasein, más allá de su aparente parricidio de Kant y Husserl, ya que enfatiza el Welt, el Mundo, como algo que engulle y abraca al Dasein y al conjunto de sus relaciones, de tal forma indiferenciada que no es posible demarcar al Welt como el lugar de la batalla de las intenciones e insuficiencias de mi ego contra lo otros, un materialista campo de fuerzas de los cuales el Dasein trata insistentemente (y desesperadamente) de escapar: “En consecuencia, fuera del círculo de las actividades banales… la Salida de la existencia humana toma lugar necesariamente en orden de llegar a ser una Autoconciencia.”[18] Un Dasein es arrojado en la insuficiencia a menos que pueda recobrar fuera de sí “el brillo enceguecedor que no había podido soportar dentro de sí, aunque sin esa intensidad de la cual su vida sólo es un empobrecimiento cuya vergüenza oscuramente siente.”[19] Heidegger sucumbe a esta atracción falsa sin ver las ontológicas agrietadas paredes de la ipseidad, sin entender que el Être delinea con nitidez la insuficiencia del ego para lograr la inter relación entre el Dasein y el Mundo, que justamente se revela cuando la determinación y la intencionalidad de cada uno falla al intentar llegar y reconocerse en el otro. El Être se encuentra siempre fuera de mí, más allá de mi ego in-forme, en total contraste y rejección tanto con el Dasein como con el mismo Welt. De cierta manera, el Être es aquello que sucede/surge cuando el ego choca con el Mundo, y ahí el Être es plenamente reconocible y expresable como amor, oportunidad (chance), lágrima o tumulto. En consecuencia, dirá Bataille, tanto el être, como el ego y el Mundo podrán ser determinados como formas de escape, de evasión (evasion), de salida (sortie), entre ellos recíprocamente, incluso pasando a través de cada uno “tal como el líquido atraviesa nuestros dedos”.[20] Como la entera Fenomenología, y en especial la existenzialen Analytik des Daseins de Heidegger, son incapaces de representar esta contradicción ontológica. En realidad están contribuyendo al proceso de Homogeneidad que ya venía consolidado la democracia liberal desde la Gran Revolución francesa.

En el texto casi no hay interés de Bataille por el método o la matriz fenomenológica de Heidegger y su única referencia en cuanto a su conocimiento, es una solitaria cita erudita en su famoso texto “La structure psychologique du Fascisme”, donde le advierte al lector que su estudio (que presupone el análisis materialista de la infraestructura propuesto por el Marxisme) podrá disgustar a “aquellos que no tienen familiaridad con la Sociología francesa, la Filosofía alemana moderna (Fenomenología) y el Psicoanálisis”.[21] Bataille ya había leído el manuscrito de la traducción de la conferencia de Heidegger, Was ist Metaphysyk, realizado por Henri Corbin,[22] un texto que Bataille consideraba seductor, y que se colocaba dentro de la Historia de la Filosofía occidental “en pie de igualdad con la Vida”[23] y hacia principios de enero de 1934 lee la opera maiorum de Heidegger, Sein und Zeit.[24] Además Bataille tuvo estrechas relaciones formativas e intelectuales con dos instituciones estatales que diseminaron y difundieron por primera vez en Francia la novísima Phénomenologie que había iniciado Husserl: la École Pratique des Hautes Études y la revista Recherches philosophiques. Fue en estos círculos para-académicos en los cuales pudo forjarse su arsenal filosófico y su tendencia ideológica revisionista. Otros textos de la década de 1930’s que Bataille utiliza como marco referencial en su crítica a la Daseinanalytik de Heidegger son, en especial, “Le Labyrinthe” de 1935 y “Dossier Héterologie” de 1935-1936.[25] La critique de Bataille se centrará en tres problemáticas: 1) la crítica específica a la analítica existencial de Heidegger como un callejón sin salida; 2) el debate en torno al problema general del surgimiento y consolidación del Fascisme y su paralelismo con la filosofía de Heidegger en el contexto de una fundamentación antropológica-teológica de lo político en la Modernidad (dialéctica entre homogénéité y hétérogénéité); 3) la evocación de una posibilidad de salida (sortie) de la realidad moderna (tanto de la democracia liberal como del totalitarismo soviético). Por eso puede decirse que, en un solo acto, la critique a la analítica de Heidegger es también la posibilidad de comprender las propias ambigüedades políticas de Georges Bataille.

Bataille nos introduce en la crítica a Heidegger esbozando sus presupuestos de referencia, su marco más general de análisis, señalando lo que considera el problema político esencial de la época y el único punto de partida válido para intentar comprender al Fascismo: “que el Être de las sociedades desaparece con la Democratie”, ya que la forma de dominio liberal, como vimos, facilita y acelera el mecanismo de homogeneidad social (CH, p. 3). Para Bataille toda société (ya sea antigua o moderna) es siempre un “Ser” (Être), un ser “compuesto” de la manera más compleja, pero un “Ser” y no un organismo, por lo que su análisis histórico-social tiene una polémica perspectiva ontológica siempre.[26] Además, de alguna manera emulando el estilo del Dasein heideggeriano, su Être des sociétés posee la capacidad de designar entidades no-humanas (tal como por ejemplo el Volksdasein), trascendiendo la vida cotidiana que es reproducida en el proceso de decisiones políticas de la democracia liberal. Esta trascendencia anuncia para cada Ser un rol único y peculiar en la política de la Vida. La Política qua democracia nunca puede reducir el Être a la servil homogeneidad. Si los valores de la excedencia más noble, que desborda la vida ordinaria e inauténtica, están muertos (CH, p. 12), la via para salir fuera de esta decadencia no es otra que la creación de un más auténtico nouveau Être, en realidad un “Ser de la sociedad” totalmente nuevo que quiebre la uniformidad ontológica del Liberalismo (que no es otra cosa que en el ámbito filosófico la Destruktion de la Ontología tradicional que anuncia Heidegger). El nouveau Être preanuncia la posibilidad de una formación económico-social inédita, y es aquí donde es notoria la fascinación y ambigüedad de Bataille con respecto al Fascismo: “Por cierto, es una manera totalmente distinta que el Ser le propone a la Existencia, y, en consecuencia, no debería sorprendernos esta total fermentación que conmueve al Mundo y que el Mundo aún no había hecho posible –los primeros acentos son de una acidez insuperable.” (CH, p. 16). Pero mientras el Fascisme declara una ruptura total con la realidad democrático-burguesa (basada en la suficiencia/consistencia), su limpieza de toda diferencia tumultuosa, de cualquier fermentation, que es fundamental para el individuo, en realidad destruye la posibilidad del nuevo Ser que en apariencia ha generado su irrupción. El Fascismo en realidad invoca lo sagrado de lo heterogéneo para reinstaurar una nueva homogeneidad más plana, más total y más represiva todavía. Esta nueva fermentación es para Bataille la concreta posibilidad de un nuevo re-encantamiento del Mundo, el Être como chance, tal como lo intenta redimir Heidegger desde su filosofía de Sein und Zeit. Así como el Fascisme es incomprensible desde la misma Antropología secular del Modernismo y la Ilustración, desde la visión del mundo de la “cólera democrática”, de igual manera una crítica profunda a la Daseinanalytik de Heidegger es imposible o externa si se realiza desde la tradición filosófica pre-fenomenológica. La esperanza de que desde lo político pueda construirse un nuevo Être de la sociedad, o una nueva Vida, en contraste o más allá del ser político de las democracias liberales, se encuentra siempre presente y de manera paralela a su Critique de Heidegger. Este au-delà, este “exit”, esta salida (sortie) de la homogeneidad burguesa, se encuentra íntimamente ligada a la discusión de Bataille sobre la exégesis en torno a Nietzsche y el desarrollo de su concepto de la Voluntad de chance.[27] Bataille no tiene inconveniente en señalar que “el hecho del Fascismo, que acaba de poner en discusión la existencia misma del movimiento obrero, basta para mostrar lo que se puede esperar de una apelación oportuna (chance) a fuerzas afectivas renovadas (forces affectives renouvelées)…”. La contradicción se desplaza de la vieja y gastada fórmula tercerointernacionalista “Fascismo vs. Comunismo”, a la más ontológica que existe entre formas imperativas radicales versus la profunda subversión “que sigue persiguiendo la Emancipación de las vidas humanas.”[28] Esta es la razón fundamental, para Bataille, de por qué Heidegger es la Filosofía del Fascisme: la analítica existencial de Sein und Zeit provee los fundamentos nuevos y radicales para el inicio de un pensamiento que tiende a moverse fuera y au-delà de la degradación, de la descomposición del Être en la realidad de la Modernidad bourgeois, escapar del estado de existencia inauténtica de la democracia liberal (el das Man heideggeriano). De igual manera que el Fascismo, Heidegger y su filosofía no permiten la manifestación de la real discrepancia entre el Dasein individual y su Mundo (Welt), con el fin de construir una auténtica Libertad superando el mero servilismo de la nueva homogeneidad fascista. De igual manera que el Fascismo, Heidegger cree haber pensado un escape de la opresión de la inautenticidad de la vida moderna, pero a causa de su destructiva ilusión de lo que significa la autenticidad y la heterogeneidad, su misma filosofía hace este escape hacia un nuevo Être imposible.

Bataille también critica, desde su punto de vista del Être de las sociedades en contradicción y choque tanto con el Dasein como con el propio Mundo, los términos técnicos centrales de Heidegger (y del propio Husserl) como Intención, Existencia y Angustia. Para Bataille la auténtica Libertad (en contraposición a Heidegger) no es una condición de posibilidad del Dasein, sino aquello que plantea el ego como un desgarramiento interno y autóctono (que tiende a la Autoconsciencia) con respecto a la sumisión/subsunción externa.[29] En su critica se acusa a Heidegger de potenciar el Welt homogeneizante mediante la presentación de los otros como humanos degradados a meros Zuhandenheit[30], herramientas-al-alcance-de-la-mano, una perniciosa fantasía de autenticidad, cuya única experiencia más allá de los procesos de homogeneidad (angustia) es nada más que revelar su distancia existencial del rol funcional que desempeña en la democracia liberal. Esto no tiene ningún propósito liberador, ni de búsqueda de autenticidad, sino simplemente el equilibrar la intención con la expectativas sobre el Mundo y sus demandas, equilibrio en el cual el Dasein “pierde” a su ser. La Libertad auténtica es siempre acompañada de Soberanía, de Tumulto y especialmente con la aparición de un nuevo Être inasible: y, como ellos, señala su oposición incondicional a toda existencia y su status ontológico de contrapunto a aquello que se le presenta al Dasein como una forma de vida humana “que se me impone sobre mí.” La filosofía de Heidegger es por ello, justamente, la Philosophie du Fascisme: tal como el NS-Staat realmente existente, o el Stato totale de Mussolini, su analítica de la existencia precisamente no permite expresar/manifestarse la discrepancia real entre el Dasein de un individuo y su mundo, con el fin de permitir una verdadera y auténtica Libertad partiendo del seno mismo del servilismo y la homogeneidad de la democracia liberal.[31] En una recensión de un libro del filósofo Emmanuel Levinas escrita en 1946, Bataille todavia se hace eco de sus análisis ambivalente de los años 1930’s, y casi parafraseando su manuscrito inédito escribe que “en Heidegger, lo auténtico aparece como una conciencia de lo auténtico, esto aparentemente parece ser no más que una suerte de nostalgia por los raros momentos auténticos que se producen en una vida de estudios profesionales dedicados al conocimiento de lo auténtico. Esta vida no parece estar dominada por una pasión terrible: pero uno no puede estar sorprendido por un deslizamiento, que no es necesario, pero sí posible, de lo auténtico hacia el Hitlerismo. Lo que dominaba a Heidegger era, sin duda, el deseo intelectual por revelar el Ser (el Ser y no la Existencia) en el discurso (en el lenguaje filosófico).”[32] Ya en su nouvelle de 1935, Le Bleu du ciel, en la cual el yo narrador, Troppmann, se encuentra con una banda de música de la Hitler Jugend, Bataille develaba la verdad “interna” del Nacionalsocialismo, su nueva forma de homogeneidad, de reificación, de no-salida, un párrafo que podría merecer la misma filosofía de Heidegger: “Todos aquellos niños nazis (algunos de ellos eran rubios, con rostro de muñecos) que tocaban para los escasos transeúntes, en la noche, ante la plaza inmensa que el aguacero había dejado vacía, parecían presas, tiesos como palos, de la exultación de un cataclismo: delante de ellos, su jefe, un muchacho de una delgadez de degenerado, con la sañuda cara de un pez (de vez en cuando se volvía para ladrar órdenes, era como un estertor), iba marcando el compás con un largo bastón de tambor-mayor. Con un gesto obsceno, erguía el bastón, con el pomo sobre el bajo-vientre (se asemejaba entonces a un pene simiesco y desmesurado, ornado con trencillas de cordones de colores); con una sacudida de pequeña bestia inmunda, alzaba entonces el pomo hasta la altura de la boca. Del vientre a la boca, de la boca al vientre, entrecortado cada ir y venir por una ráfaga de tambores. Aquel espectáculo era obsceno. Era terrorífico: si no hubiera sido por un providencial alarde de sangre fría, cómo podía haberme quedado en pie, contemplando aquellos feroces mecanismos, tan sereno como ante un muro de piedra. Cada estallido de la música, en la noche, era un conjuro que invocaba la guerra y el crimen. Los redobles de tambor alcanzaban el paroxismo, con la esperanza de resolverse finalmente en sangrientas ráfagas de artillería: miraba a lo lejos... un ejército de niños formado en orden de combate. No obstante, estaban inmóviles, pero en trance. Yo los veía, no lejos de mí, fascinados por el deseo de ir a la muerte. Alucinados por los campos infinitos por donde un día habrían de avanzar, riendo bajo el sol: tras ellos dejarían a los moribundos y a los muertos.”[33]



Notas:

[1] Thielemans, Henri; “Existence tragique: la Métaphysique du Nazisme”; en: La Nouvelle Revue Théologique, 63, 1936, pp. 561-579. El comentario era a propósito del libro crítico sobre Heidegger del jesuita alemán Alfred Dep, véase supra, nota 71. Thielemans había elaborado un artículo sobre las diferentes corrientes de la Metafísica existencialista que partían de la Teología cristiana, Kant, Kierkegaard, Nietzsche y Bergson, hasta desembocar en Heidegger; véase: “Essai d’introduction à une métaphysique existentielle”, en: Revue Néo-scolastique de Philosophie, 40, 1937, pp. 173-202.

[2] Wahl, Jean; IMEC, Fonds Wahl, Dossier Heidegger, Chemise “Heidegger”, p. 6. Véase: Heidegger, Martin; Gesamtausgabe, GA 27, Klostermann, Frankfurt, 1996, p. 1 y ss. Era un escrito ocasional de Heidegger, una Vorlesung, dada en el Winter Semester 1928-1929, que repitió en el Sommer Semester de 1930. Heidegger plagió el título de una conferencia dada por su maestro Husserl. A su vez Wahl re-editó este curso en 1946, distorsionando el contenido del original, véase: Wahl, Jean; Introduction à la pensée de Heidegger. Cours donnés en Sorbonne de janvier à juin 1946, LGF, Paris, 1998. Wahl originariamente bergsoniano, después muy influenciado por Kierkegaard, tuvo que exiliarse en los EEUU ante la derrota y ocupación de Francia a manos del IIIº Reich en 1940.

[3] Koyré había participado en el grupo Göttingen que se había agrupado en torno a Husserl en su paso por esa Universidad. La revista se editó entre 1931 y 1937. Entre otros al grupo lo formaban, además de Corbin, Koyré y Wahl, intelectuales de la talla de Emmanuel Levinas, Georges Bataille, Émile Bréhier, Léon Brunschwicg, Maurice Hallbawchs o Jean-Paul Sartre. La revista no sólo traducía a Heidegger, sino a Hegel, Husserl o a Jaspers. Sobre Koyré y la revista, véase: Ethan Kleinberg: Generation existential: Heidegger's philosophy in France, 1927-1961, Cornell University Press, Ithaca, 2005, p. 58 y ss.

[4] Wahl, Jean: “Heidegger et Kierkegaard”, en: Recherches Philosophiques, Vol. II, 1932-1933, pp. 349-370. El artículo se publico meses antes de la asunción de Heidegger al Rectorado y de su afiliación pública, el 1º de mayo de 1933, al NSDAP.

[5] Sobre Bataille nos permitimos derivar al lector a una pequeña introducción biográfica y política sobre su vida y obra: González Varela, Nicolás; “Materialismo como Soberanía: Georges Bataille”, ahora on-line: http://www.rebelion.org/noticias/2006/7/34050.pdf. La biografía clásica sigue siendo la de Michael Surya: Georges Bataille, la mort à la oeuvre, Gallimard, Paris, 1992.

[6] Bataille, Georges; “Appendice: Critique de Heidegger”, Bibliothèque Nationale de France (BNF), Département des Manuscrits Occidentaux, Fonds Bataille, 4, XXVI-bis. De aquí en mas CH. Se trata de un manuscrito de alrededor de veinte páginas de 13, 5x21 cm. El texto no se incluye en las Oeuvres complètes. Tome II (1922-1940), Gallimard, Paris, 1970. Aunque parezca increíble la biografía de Michael Surya: Georges Bataille, la mort à la oeuvre, Gallimard, Paris, 1992, no menciona la presencia e influencia de Heidegger en Bataille, aunque remarca el año 1934 como fundamental en el viraje hacia la fascinación fascista.

[7] El título exacto del manuscrit es: “La Critique de Heidegger: Critique d’une Philosophie du Fascisme”. Bataille homologa tanto al Nacionalsocialismo como al Fascismo italiano bajo la rúbrica genérica de Fascisme, y en el caso de Heidegger bajo el confuso término de Hitlerisme. Hitlerisme es usado por el filósofo Emmanuel Levinas en otro texto crítico que intenta analizar la existencia de una filosofía madura del Fascisme europeo, y que tuvo mucha influencia en el texto antiheideggeriano de Bataille.

[8] Una admiración mutua, ya que a su vez Bataille reconocía que de todos los pensadores vivos, el único que le despertaba admiración profunda era justamente Heidegger; véase la carta a Jerôme Lindon, en: Bataille, Georges; Choix de letters 1917-1962; Gallimard, Paris, 1997, p. 582-583. El enorme elogio de Bataille a Heidegger en el manuscrito: “Hegel dans le mond présent: Préface à l’ouvre de Kojève”, en: BNF, Fonds Bataille, IV, 25, 4, pp. 33-35; el texto fue publicado con variaciones como “Hegel, la mort et le sacrifice”, en: Decaulion, 5, Baconnière, Neuchatel, 1955, pp. 21-44 (Cahiers de Philosophie, etre et penser, Nº 40); en español: “Hegel, la muerte y el sacrificio”, en: La felicidad, el erotismo y la literatura. Ensayos 1944–1961, Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2001, p. 299 y ss.

[9] Sobre la polémica en torno al pensamiento “fascista de izquierda” de Bataille, véase: Wolin, Richard; The Seduction of Unreason. The intellectual Romance with Fascism, from Nietzsche to Posmodernism, Princenton University Press, Princenton, 2004, Part II French Lessons, 4., “Left Fascism: Georges Bataille and the German Ideology”, p. 153 y ss. Bataille es reconocido por el Postmodernismo como uno de sus precursores intelectuales (de Lacan a Lévi-Strauss, pasando por Barthes, Blanchot, Deleuze, Derrida, Foucault, Lyotard, Sollers et altri) y uno de los más eficaces antídotos contra el comprometido Existencialismo sartreano. No resulta extraño que en la ácida crítica de Sartre al misticismo del pensamiento de Bataille, encuentre como error más grave el de no haber entendido en el fondo al mismo Heidegger; véase: Sartre, Jean-Paul; “Un nouveau mystique”; en: Situations, I, Gallimard, Paris, p. 156.

[10] Bataille, Georges; “Le Labyrinthe”, en: Recherches philosophiques, 5, Nº 6, 1935, p. 365; ahora en: Oeuvres complètes. Tome I, Premiers ecrits (1911-40), Gallimard, Paris, 1970, pp. 433-441; en español: “El Laberinto”, en: La conjuración sagrada. Ensayos 1929-1939; Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2003, p. 217. La versión final del texto, la que aparece en L'expérience intérieure después de 1945, difiere bastante de la original publicada en la revista Recherches philosophiques.

[11] Ipseidad: neologismo que expresa la idea de “sí-mismo” o “mismidad”, derivada del latín: a partir del pronombre demostrativo ipse (ego ipse: yo mismo; ille ipse: él mismo), indicando la identidad y presencia de uno mismo consigo en oposición a los otros. La inspiración a Batille viene seguramente del propio Heidegger, quien para entender la mismidad del Dasein utiliza el término Selbstheit en la obra Sein und Zeit, relacionada con el estado de Sorge (Cura), en el parágrafo § 64, “Sorge und Selbstheit”. El término, no por casualidad, será retomado a su vez por Sartre en su libro L'Être et le Néant de 1943 como el circuito que se encuentra entre el “ser-en-sí” y el “ser-para-sí”.

[12] Bataille tuvo un período de colaboración intelectual y política estrecha con el grupo trotskista del ensayista y biógrafo Boris Souvarine desde 1931; por lo que estaba inmunizado a cualquier seducción con respecto a la burocracia soviética como muchos intelectuales progresistas de la época; véase: Surya, Michael; Georges Bataille, la mort à la oeuvre, Gallimard, Paris, 1992, p. 159 y ss.

[13] Le moi en Bataille es más que la idea de “Yo” tradicional, ya que incorpora no solo las posiciones fenomenológicas de Husserl, sino que las imbrica a las del Ich freudiano y las del rol de la nueva Antropología estructural. Sobre el concepto de puro ego de Husserl, logrado después del trabajo de Reduktion fenomenológico, véase la IV de sus meditaciones sobre Descartes: Cartesianische Meditationen (Husserliana I), Nijhoff, The Hague, 1973, en particular los parágrafos 30-33; en español: Meditaciones cartesianas, Tecnos, Madrid, 1996. Obviamente Bataille había recibido a Husserl de la primera generación de existencialistas y filoheideggeriannes, hacia 1931 tanto Alexandre Koyré, como Emmanuel Levinas y su amiga Gabrielle Pfeiffer habían traducido las Cartesianische… al francés: Méditations Cartésiennes, (Trad. Gabrielle Pfeiffer y Emmanuel Levinas), Colin, París, 1931.

[14] Welt/Weltlichkeit: “Mundo” y “Mundanidad”, aparece como una indicación formal en el curso Somer Semester de 1923, en: Gesamtausgabe 63. Ontologie. Hermeneutik der Faktizität (Summer semester 1923), ed. K. Bröcker-Oltmanns, Klostermann, Frankfurt, 1988. En este primer desarrollo conceptual tendrá el sentido de ponernos en guardia contra la falsa intuición del mundanidad enfrentada absolutamente con lo espiritual; en cuanto a sus características ontológicas a priori, Heidegger recién las elaborará en el curso del Somer Semester de 1925, en: Gesamtausgabe 20. Prolegomena zur Geschichte des Zeitbegriffs (Summer semester 1925), ed. P. Jaeger, Klostermann, Frankfurt, 1979.

[15] Heidegger, Martin, Sein und Zeit; p. 13.

[16] Dreyfus, Hubert, L.; Being-in-the-World, MIT Press, Cambridge, 1991, p. 135; en español: Ser-en-el-Mundo. Comentario a la División I de ‘Ser y Tiempo’ de Martin Heidegger, Cuatro Vientos, Santiago de Chile, 1996, p. 150 y ss.

[17] Bataille, Georges; CH, ibidem, fragmento 8, pp. 11.

[18] Bataille, Georges; CH, ibidem, fragmento 9, pp. 11.

[19] Bataille, Georges; “Le Labyrinthe”, en: Recherches philosophiques, 5, Nº 6, 1935-1936, pp 364-372; ahora en: Oeuvres complètes. Tome I, Premiers ecrits (1911-40), Gallimard, Paris, 1970, p. 438; en español: “El Laberinto”, en: La conjuración sagrada. Ensayos 1929-1939; Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2003, p. 221. Un texto que debe ser considerado a la hora de analizar su crítica a Heidegger, como ya lo veremos más adelante, y que coincide en la interpretación sobre las limitaciones esenciales del Ser.

[20] Bataille, Georges; CH, ibidem, fragmento 4, p. 4. Seguramente un eco del texto del filósofo Emmanuel Levinas, contemporáneo a esta crítica, llamado “De l’évasion”, aparecido en Recherches Philosophiques, 5, 1935-1936, pp. 373-392, justamente inmediatamente del artículo de Bataille “Le Labyrinthe”.

[21] El artículo apareció originalmente en la revista La Critique sociale, no. 10, Nov. 1933; ahora en: Oeuvres complètes. Tome I, Premiers ecrits (1911-40), Gallimard, Paris, 1970, p. 339-371, la cita erudita en la página 339. En español: La conjuración sagrada. Ensayos 1929-1939; Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2003, pp. 137-180.

[22] Heidegger, Martin; “Qu’est-ce que la Métaphysique?”, con una introducción de Alexandre Koyré, en: Bifur, no. 8, June 10, 1931, pp. 5-27. Luego se edito como libro: Martin Heidegger, Qu'est-ce que la métaphysique?, tr. Henri Corbin, Gallimard, Paris, 1938. El libro además contenía una traducción completa de Vom Wesen des Grundes, los parágrafos 46 al 53 y 72 al 76 de Sein und Zeit , los parágrafos 42 al 45 de Kant und das Problem der Metaphysik y la traducción completa de “Hölderlin und das Wesen der Dichtung”. Véase, supra, nota 27. La “tentación” fascista del grupo semiacadémico al que pertenecía Bataille puede comprobarse en el hecho que el mismo Corbin y Kojève traducirán el libro del téorico revisionista belga Henri de Man, L’idée socialiste para la editorial Grasset en 1935, obra que intentaba crear un “tercer camino” neocorporativo entre el capitalismo liberal y el comunismo ruso.

[23] Bataille, Georges; “L’Existentialisme”, en: Critique, 41, october, 1950, p. 83. Para un estudio general de la relación entre Bataille y el pensamiento alemán, véase: AA.VV.; Georges Bataille et la pensée allemande, Amis de Georges Bataille, Paris, 1986. El historiador de las ciencias Alexandre Koyré era el nexo entre Bataille y la “nueva” Filosofía de Husserl y Heidegger.

[24] Véase la útil “Chronologie”, en: Bataille, Georges; Romans et récits, La Pléiade, Paris, 2004, p. cvi.

[25] “Le Labyrinthe”, en: Recherches philosophiques, 5, Nº 6, 1935, pp 364-372; ahora en: Oeuvres complètes. Tome I, Premiers ecrits (1911-40), Gallimard, Paris, 1970, pp. 433-441; en español: “El Laberinto”, en: La conjuración sagrada. Ensayos 1929-1939; Adriana Hidalgo editora, Buenos Aires, 2003, pp. 215-226. El raro manuscrito “Dossier ‘Héterologie’”, lleno de tablas y fórmulas, ahora en: Oeuvres complètes. Tome II (1922-1940), Gallimard, Paris, 1970, pp. 167 -204.

[26] Sobre el tema de la sociedad como un Ser y su rechazo a toda visión “organicista” de lo social en la tradición comtiana de la sociología francesa, véase su trabajos de 1938 sobre el etre composé para el Collège de Sociologie: “Rapports entre ‘société’, ‘organisme’, ‘etre’” (1 y 2), en: Oeuvres complètes. Tome II (1922-1940), Gallimard, Paris, 1970, pp. 291-306. Allí señala, en discusión con Callois, que “la sociètè est un etre composé… le plus complexe.”

[27] Volonté de chance: se entiende como la Voluntad de Oportunidad o Suerte de “salir” de las restricciones de la economía restrictiva, tanto del Liberalismo como de la planificación burocrática stalinista. Bataille confesará que este “programa” filosófico-político se hizo inviable con el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939, en: Sur Nietzsche. Volonté de chance, Gallimard, Paris, 1945, p. 124.

[28] “…des formes imperatives radicales à la profonde subversion qui continue à poursuivre l'émancipation des vies humaines.”; Bataille, Georges; “La structure psychologique du Fascisme”, en: Oeuvres complètes. Tome I, Premiers ecrits (1911-40), Gallimard, Paris, 1970, p. 371. Traducción propia.

[29] Bataille, Georges; “Critique de Heidegger”, p. 4-5, fragmentos 5 y 6. El primer y principal proceso, immédiate, de sumisión violenta de homegeneización sobre el Hombre, es la Moneda, la equivalencia general del Dinero en las democracias capitalistas y en la URSS el stajanovismo.

[30] Zuhandenheit/Zuhandenes: “estar-a-la-mano”, derivado del adjetivo zuhanden, que significa algo que se encuentra “a la mano”, a nuestro alcance. Heidegger crea el neologismo para indicar el modo de ser de aquello en lo cual nos las habemos en el uso de la cotidianeidad liberal, un modo del Dasein que se caracteriza por no llamar la atención y no enfrentarse a nuestro propio Sein, en términos marxistas se trata de un estado de reificación-cosificación. Aparece por primera vez en el curso del Somer Semester de 1925, , en: Gesamtausgabe 20. Prolegomena zur Geschichte des Zeitbegriffs (Summer semester 1925), ed. P. Jaeger, Klostermann, Frankfurt, 1979; la indicación formal del concepto en Sein und Zeit, parágrafos 15-18. Allí se afirma que: “Welt ist es, aus der her Zuhandenes zuhanden ist.”, p. 83, o sea: “Mundo es aquello desde lo cual el ‘estar-a-la-mano’ se encuentra a la mano.”, traducción propia. En la traducción española de José Gaos se traduce como “El Mundo es aquello desde lo cual es ‘a la mano’ lo ‘a la mano’”, en: Ser y Tiempo, FCE, México, 1951, p. 97. Heidegger también utiliza el terminus technicus de Vorhandenheit, que designa el Yo como “el-soy-esto” que se describe en términos de “lo que tengo a la mano”.

[31] Geroulanos, Stefanos; “The Anthropology of Exit: Bataille on Heidegger and Fascism”, en: October, Summer 2006, No. 117, pp. 3-24; ahora incorporado a su libro: An Atheism That Is Not Humanist Emerges in French Thought, Stanford University Press, Stanford, 2010.

[32] Bataille, Georges; De l’existentialisme au primat de l’économie”; en: Oeuvres complètes. Tome XI, Articles 1. 1944-1949, Textes et notes établis par Francis Marmande et Sibylle Monod, Gallimard, Paris, 1988, p. 285. Traducción propia. La profunda influencia de Levinas, que también utiliza el concepto de Hitlerisme, en: Geroulanos, Stefanos; An Atheism That Is Not Humanist Emerges in French Thought, Stanford University Press, Stanford, 2010, p. 175 y ss.

[33] Bataille, Georges; Le Bleu du ciel, Pauvert, Paris, 1957, p. 205; en español: El Azul del Cielo; Tusquets, barcelona, 2004.

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miércoles, diciembre 15, 2010

Notas sobre la novela 'Norep: deconstruyendo el Mito nacional


A propósito de la novela Norep, de Omar Genovese,

La Comuna Ediciones, La Plata, 2010


Por Nicolás González Varela

“La Conducción es un gesto ampuloso

e intencional, de aspecto magnánimo…”

(Norep, Cap. XIV, p. 88)

Viejas como el mismo miedo, las ficciones fantásticas son anteriores a las letras, decía con precisión Bioy Casares. Y debemos decir que la reciente feliz nouvelle del poliédrico escritor Omar Genovese (es su tercera obra) recupera intenciones estéticas, que o bien habían desaparecido o eran subestimadas: la crítica política funcionando como romanticismo fantástico. Norep (¿¡Juan Domingo Perón!?) rebasa&desborda los estrictos límites profesionales del literato y nos invita a bucear en las aguas profundas y opacas del mito político nacional de los argentinos. Esas aguas inasibles y malditas, combinación de sonambulismo y pesadilla, ha sido et nunc et semper un objeto de deseo indescifrable para historiadores y politólogos. Repito: es una obra de ficción pero nos permitimos una lectura obliterada desde la filosofía y la política. Genovese genera una deconstrucción ab absurdum, una deconstrucción sabia que sabe que la superstición política favorece finalmente a la poesía, una deconstrucción ¿por qué no? miltoniana, donde se deifica al mismo Demonio y se banaliza la magia torpe, débil y patética de la lógica política populista. Genovese abre la novela asumiendo su papel romántico de plena complicidad con el lector que ha perdido toda inocencia: es un mentiroso en busca de la Mentira absoluta. El inicio es bien bioycasarianne, recordando una nueva “trama celeste”, donde el Yo narrador simplemente exhibe las pruebas llegadas desde un oscilador ideológico enterrado en el mismo Averno. Existe, dice Genovese, formas intermitentes pero seguras, de comunicarnos con el mismo ámbito del Anticristo. Entramos en los reinos infernales, esta vez sin Beatrice, que se parecen a un laberinto kafkiano, a un organismo burocrático de los míticos años 1950’s, vivo y gris, que simplemente se reproduce en infinitas cavidades y pasillos sin remedio ni límite. Allí aparecen los personajes más famosos, infames, inhumanos e ignominiosos de la Historia: Hitler, Mussolini, Stalin (Koba), Beria, Goebbels, Göring, Himmler, Mengele, Pavelic, Pol-Pot… y entre ellos mora el gran conspirador, el hablador par excellence: el condenado espectro de Juan Domingo “Norep”, fantasma sin manos, un paradójico líder sin multitud, conviviendo con su pequeño grupo de leales e incondicionales, con su horda, su Bund justicialista: Evita, su cuñado Duarte, Apold, López Rega, Richter, Rucci, Vandor, Cafiero… El Averno genovesiano es bicéfalo: tiene una peculiaridad antipopulista esencial, ya que en él se niega no sólo al territorialidad sino que “nada gregario es posible”, es imposible fabricar “generar la noción de Pueblo”; al mismo tiempo posee la otra cara de la moneda, es la quintaesencia del Peronismo ya que el Averno “es norepista, hace continua la saga del hombre vital en su prolongación condenatoria”. En ese universo claustrofóbico donde las coordenadas populistas no tienen forma de asirse, ni fijarse autoritariamente, Norep necesita para ser sí mismo en cualquier mundo, generar y producir sus propias relaciones entre Masa y Poder, esa es “su esperanza cósmica”, reconstruir de alguna manera su querida “masa acrítica”. La “masa acrítica”, una antítesis de la conciencia de clase, definida como ese sujeto colectivo con “la voluntad mísera de cambiar la realidad y cierto apego hacia el sentido de la Trascendencia”, la masa “propiedad de la inercia”. La “Masa Acrítica” jamás es un puerto seguro al autoritarismo, ya que “jamás presentará reacciones de agregación espontánea con tendencia a la Rebelión”, una masa compuesta de supernumerarios, fieles “norepios” que vociferan “tres A en concordancia rítmica”, que es la fórmula” el pase mágico, la llave hacia el Discurso fundamental” que exige y reclama el Líder, el Supergeneral del Pueblo. Y la “masa acrítica” necesita para dinamizarse la lógica binaria del amigo/enemigo, los enemigos ficticios, orwellianos, porque el segundo momento de la construcción populista es que “hay que crear un buen enemigo, alguien visible y concreto”. Norep delira bajo un anhelo maquiavélico que lo desvela, como sólo podría desvelarse a un muerto. Norep añora que ya no podrá conquistar el máximo bienestar populista: “la felicidad de un Pueblo asador”, porque finalmente ¿no es él mismo, Norep, la quinta esencia del populismo sans phrase, “el asado del Mundo”?

La superstición, señalaba Voltaire, es después de la Peste Negra el más horrible azote de la especie humana. Agregaríamos, que la superstición política es su forma más acabada y exangüe. Ya lo sabían los escritores subversivos del siglo XVII; la crítica a la Política se basa en realidad en la crítica a la superstición, a la falsa trascendencia. ¿No es acaso el Peronismo “la” superstitio argentina por antonomasia? ¿No es ese “reguero emocional imposible de detener”? ¿No es acaso “el murmullo peronista un rezo pagano”? Genovese lo intuye, lo sabe: Norep es un dispositivo literario que abrasa la superstición política, la desmiembra desde una visión carnavalesca, desde un engañoso comique absolu, donde una patético Perón y su Sancho Panza (Lopecito) coinciden en que “nadie puede encarnar a Norep fuera del Infierno”. Además Genovese anula la posibilidad reaccionaria del eterno retorno de lo mismo: Norep le angustia la descendencia en el sagrado Movimiento, las parodias institucionales de sus acólitos, la erosión en el universo ideológico pejotista posmoderno de la Doctrina Social de la Iglesia Católica y finalmente la propia duda en los Descamisados: “ya no existían las manifestaciones, ni el idea de una familia pacífica y obediente a las leyes de la Patria, como tampoco los gestos de amor fraterno entre trabajadores.” Y este Perón encadenado, está en lo cierto, observando con angustia la sucesión histórica-farsesca de cinco, seis, siete peronismos, que repiten en la vacía retórica slogans corporativistas, desarrollistas y filofascistas, “el fango de un pasado deformado” o se metamorfosean en las ideologías dominantes de la coyuntura. Norep oscila en su herradura ideológica en el mismo Averno, como el movimiento real y práctico que le simboliza, entre la fascistafilia, la derecha corporativa y el momento pre-fascista. Norep ya no distingue entre su identidad, su propia vida y el Movimiento: él no es un Líder más, es el Peronismo, con todo lo que significa: “Yo soy el Movimiento encarnado en cada uno de los descamisados y trabajadores norepistas.” En clave arltiana, Norep genera sus propios aliados, sus peculiares “Siete Locos”, que le ayudarán a conspirar y planificar no sólo su retorno desde la cuarta dimensión, sino reproducir, en el mismo Infierno enfrentándose al ángel satánico, la lógica política del año de la decisión:1945. Se trata de regenerar el Gran Fasto Político Fundamental, “Gran Circo Norepista”. Desde este punto de vista, Genovese es el anti Lamborghini: Norep le escupe en la cara a su Perón en Caracas; y desde el mismo punto de vista, Genovese es una vuelta de tuerca a la masa acrítica de la “Fiesta del Monstruo” de Borges y Bioy Casares, arengada desde una gran descarga eléctrica. El Peronismo es el oscilador semántico de la Ideología argentina, cuyo Movimiento generado desde el Estado gracias a la producción de “sujetos masificados”, el fenotipo del Descamisado, emite la Verdad. La Verdad “es” el Movimiento, y, como le señalará a Norep su enemigo más íntimo al final de la novela, “los idólatras construyen celebraciones pasajeras tan vanas, como lo son las Veinte Falsedades insuficientes para justificar a un Déspota, a todos los déspotas.” Peronismo, perdón, Norepismo y Conservadurismo no se diferencian más que por la táctica.

La política argentina tiene, lo descubre con crudeza Genovese, un misterioso Huésped Mudo, sin manos, sentado a la mesa ideológica del Movimiento nacional. En la mesa se encuentran todos, desde la Derecha hasta la Izquierda, incluidos los intelectuales. En todas las discusiones alguien está presente el Mudo-Manco Invisible, que en la mayor parte de los casos no está visible y que, sin embargo, domina la discusión: plantea la agenda, el orden de temas, prescribe el método, determina la orientación, demarca amigo de enemigo. Norep no necesita “hablar” desde el más allá, al no ser un ingrediente que se pudiera captar y situar con determinación en la discusión política burguesa argentina, ésta gira en torno a la esencia del Norepismo y circula así con sus angustias, obsesiones, pecados, ideas, proyectos y anomalías. La discusión política nacional se extenuaba y se perdía en los meandros de la Historia para finalmente comenzar de nuevo la reunión infinita con el Huésped Mudo. El círculo parlanchín de la clase política argentina se cierra, absorbiéndolo, en torno al Mudo-Manco invisible. El hablador par excellence Norep, el elemento neutro que es el elemento absorbente de toda desviación e innovación, desplaza los acentos del Nacionalismo burgués desde su patética mudez en el Averno. El acento es paradójico: será nacionalrevolucionario aunque actúe como un social conservador, por que el Norepismo no sólo es Circo, sino Teatro de la Confusión. El teniente coronel Perón, perdón: Norep, será el nacionalsocial que es el más revolucionario entre los conservadores de todo el Mundo.

Norep como novela tiene otra virtud: su signum diaboli, la unión de lo crítico-fantástico con la risa. Genovese sabe que enfrentarse el Gran Mito nacional de los argentinos sin risa es una tarea baladí, trabajo de Sisífo, un suicidio estético y literario. Desde la literatura no puede tomarse en serio al Peronismo, jamás. Es el discurso de la incertidumbre, del absurdo, el que erosiona los dorados lugares comunes populistas, desgasta las leyes inmutables de la tradición reaccionaria, carcome los códigos sociales heredados, subvierte los simbolismos escleróticos, las vacas sagradas del panteón nacional-popular, la represión sexual del macho peroncho, la sociedad burguesa corporativa. Norep tiene el castigo más feroz imaginado en el Averno: un curioso Ayatollah liberal, casi un comando civil de los 1950's, que anula su preciosa producción de “sujetos masificados” con sólo agitar por sobre la masa acrítica el shibbolet “Oximorón!”. Oximorón aplicado al Huésped Mudo es la posibilidad de quebrar el oscilador semántico de la Ideología argentina y abrir la posibilidad de recomponer en el Pueblo, en la Argentina Potencia, una auténtica “densidad autónoma”. No contamos nada más para no adelantarle al lector el delirante y espléndido desenlace de la novela. La zona de risa en Norep es precisamente la zona de contacto entre la novela y el confiado lector. La risus diaboli arranca todas las máscaras, tiene efectos destructivos contra el Poder, por lo que aquí Genovese moviliza al lector contra la sociedad burguesa, al mejor estilo y efecto de Hawthorne, Hoffmann, Gógol, incluso Henry James, y más acá Pynchon (del cual Genovese ya demostró su admiración) o William T. Vollmann. James era precisamente el que aconsejaba que había que hacerle pensar al lector en el Mal, en el Mal por sí y para sí, y entonces el escritor quedará liberado de débiles especificaciones. Al amar la mentira, la risus diaboli de los fantástico-político, el romántico Genovese se ha arriesgado a convertirla en su Verdad, a llevar como estandarte las flores del Mal.

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